Hemos recibido las quejas de varios vecinos que se sienten abandonados e ignorados por nuestro Alcalde.
El motivo no es otro que han ido al ayuntamiento para exigir pequeños arreglos en sus calles o inmediaciones domiciliarias, tales como poner una bombilla publica o alguna limpieza concreta. Y han obtenido las misma respuesta: AHORA NO PODEMOS.
Parte de los concejes de gobierno, con el alcalde. |
La oposición debería revisar los viajes del Sr. Cuco a Oviedo y observar la utilidad y servicio publico de los mismos (si estos viajes solo representan a los intereses de un grupo y no de un conjunto, algo esta fallando en el concepto de un "alcalde para todos"), así como el coste para las arcas municipales de él y de las personas que le pueden estar acompañando. Posiblemente una mejor organización de los mismos daría para ahorrar algún coste y poner una bombilla.
Otro punto y quizás el mas ético y moral: SER ALCALDE ES SERLO PARA LO BUENO Y PARA LO MALO, TANTO PARA UNOS COMO PARA OTROS. Aquellos vecinos, que por los motivos que sean hayan decidido a dar un paso al frente y ponerse como figuras publicas representando un partido y por tanto representando a su conciudadanos tienen el deber ético y moral de atender las demandas lógicas y razonables de sus vecinos. Sino, ¿para que quiere usted ser alcalde o concejal?. Los "pelotazos" y "amiguismos" han tenido su época, ahora toca la necesidad de políticos ejemplares, tanto personal como profesionalmente, dedicados al bien común y general. Esta crisis que vivimos no es solo financiera, de deuda o económica, es una crisis también de confianza en los políticos (en los de altos vuelos como en el alcalde y concejales de un ayuntamiento como Tapia), es una crisis de las capacidades de los políticos, en definitiva, es la necesidad de regenerar la casta política en todas sus jerarquías.
Y por último, esta bien las fiestas, carpas y festejos en general, pero no todo va a ser "fiesta" en nuestro Concejo, también habrá que atender a los problemillas del día a día que no es una cuestión económica, sino de ganas de hacerlo y voluntad publica de búsqueda del bien común.